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  • Maloclusión clase II

    Es posible que hayas escuchado alguna vez a alguien que está en tratamiento de ortodoncia por una “clase II”. Es una terminología ortodóncica muy común, que procede de una antigua clasificación de los defectos de oclusión o “encaje” de los dientes superiores con respecto a los inferiores. Esa clasificación la definió por primera vez el Dr. Angle, ortodoncista americano del primer cuarto de siglo pasado. Y perdura hasta nuestros días por su simplicidad. Pues bien, la denominada Clase II de Angle es una anomalía dento-esqueletal que se asocia a una mandíbula pequeña que no ha crecido lo suficiente,  o bien a una posición retrasada de ésta respecto al maxilar superior. Se trata de uno de los defectos más comunes que tratamos en nuestras consultas.

    La Clase II  afecta a la estética del perfil facial y puede manifestarse a nivel dental de diferentes formas. Una de ellas, quizás la más evidente, es la presencia de los incisivos superiores muy adelantados con respecto a los inferiores, incluso en ocasiones tanto que interfieren con el labio inferior impidiendo el cierre correcto de la boca. Los padres y niños lo suelen identificar como “dientes de conejo”.

     

    dientes de conejo

    Aunque tiene un componente genético, la causa es lo que llamamos “multifactorial”. Es decir, sobre una base genética determinada, otros factores circunstanciales producen o acentúan el problema, como la presencia de hábitos como la deglución infantil, chuparse el dedo, o incluso respirar por la boca en vez de por la nariz. Estos hábitos mantenidos en el tiempo, influyen negativamente en el desarrollo cráneo-facial del niño.

    El tratamiento consiste en estimular el crecimiento de la mandíbula hacia delante mediante lo que denominamos aparatos de ortopedia funcional. Los hay de diferentes formas y diseños, según problema particular de cada paciente. Hoy día los diseños son muy cómodos y llevaderos,  de “quitar y poner” pero de uso continuo. Son muy efectivos, siempre y cuando el paciente colabore. Además, en caso de existir algún hábito el tratamiento debe incluir también su corrección o reeducación.

    Es importante saber que en este primer momento del tratamiento NO nos preocupamos de “colocar” los dientes, sino los huesos. De esta manera evitamos que las alteraciones estructurales y funcionales se perpetúen en el tiempo, o aumenten y hagan que el defecto llegue a ser tan severo que requiera intervenciones posteriores más agresivas: extracciones, cirugía de los maxilares, etc. Por muy aparatosa que sea la posición de los dientes, si los huesos maxilares están proporcionados y el crecimiento ha sido el correcto, colocar los dientes no es entonces tan complicado.

    Por eso, una vez finalizada esta primera fase SIEMPRE es necesario realizar una segunda fase de tratamiento con aparatología fija (los brackets), que según los casos puede ser incluso muy breve. El objetivo en esta etapa es conseguir que los dientes “encajen” correctamente los unos con los otros y así hacer que el resultado que obtuvimos con el tratamiento anterior sea estable y funcional, es decir, se mantenga en el tiempo. Y esto es esencial, entre otras cosas porque  el paciente va a seguir creciendo.

    Clinica Vela&Lasagabaster

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